PERSONAJES

Fernando Sarmiento: Una historia de vida y pasión por el trabajo


21/07 –    Fernando Sarmiento es un luchador y  visionario que montó su negocio a fuerza de trabajo y ambición. Sus fortalezas: perseverancia, pasión y sobre todo: mucho, pero mucho trabajo.

Fernando Sarmiento es empresario y dueño de Fangala, una fábrica de cartón corrugado cuya planta industrial está ubicada en San Justo. La empresa cuenta con un departamento administrativo, comercial y planta fabril.

Sin embargo, este empresario y visionario oriundo de la ciudad de San Luis comenzó su negocio desde abajo. Con una infancia de privaciones, cuenta que trabajó en su pueblo desde corta edad.  “A los 13 años, en San Luis, empecé a trabajar de cadete en una imprenta. Allí me inicié en el oficio de impresor, de maquinista y minervista”, explica.

“Me gustó la imprenta y trabajé dos años en el rubro. Luego realicé otros trabajos e hice el servicio militar en mi provincia”, recuerda el actual dueño de Fangala quien destaca que desde ese momento tenía la idea de viajar a Buenos Aires para trabajar. Y así lo hizo.

“Una vez finalizado el Servicio militar hice changas un tiempo corto para comprar el pasaje en micro a Buenos Aires. Salí de San Luis un lunes doce de marzo a las cuatro de la tarde y llegué a Buenos Aires al otro día al atardecer. El viaje fue de 26 horas y en todo el trayecto, cómo no tenía dinero ni comida, sólo bebí agua”, se acuerda.

Buenos Aires

El joven visionario llegó a la estación de Retiro sólo con dinero para el taxi que lo llevaría a la  casa de un conocido en Caballito. “Recuerdo que cuando llegué, sólo quería comer y dormir pero esta persona me llevó de paseo a conocer el subte y el trolebús. Al regreso, me preguntó dónde iba adormir. Se me cayó el mundo abajo», dice melancólico pero con una sonrisa en el rostro.

“Él me llevó a una pensión  en la que estuve tres días sin comer hasta que conseguí trabajo y pude costear la habitación y la comida”. Pero el actual dueño de Fangala cuenta que su idea era encontrar a un pariente que vivía en Buenos Aires.  “Sólo sabía que mi tío manejaba un taxi. Nada más. Y todos me cargaban porque siempre miraba a los coches que pasaban a ver si lo encontraba. Un día cruzaba Parque Centenario para ir almorzar y allí me lo encontré de casualidad”, comenta dando a entender que la suerte siempre permaneció a su lado.

Al tiempo, el actual presidente de Fangala se fue a vivir con su tío en zona Oeste y consiguió  trabajo dentro de su oficio. “Entré como minervista y aprendí mucho, pero mi idea era superarme me interesaba conocer las troqueladoras. Pedí permiso y me dejaron. Así aprendí el trabajo y pude hacer dos turnos. Trabajaba desde las dos de la tarde hasta las seis de la mañana pero tenía dos sueldos. Después logré ser supervisor y comencé a trabajar ocho horas”, cuenta.

Pero su historia como emprendedor comenzó cuando consiguió empleo en una matricera.  “Había fallecido el padre de la empresa y los dos hijos desconocían el uso de la maquinaria. Cómo yo conocía el oficio me ofrecí  a manejarla. Pasaba el tiempo y no me pagaban el sueldo, pero como paralelamente trabajaba en una verdulería, me fui manteniendo.  Así, pasaron seis meses, entonces les ofrecí alquilarles la máquina. ‘Deme la maquina, yo trabajo y me descuento lo que me adeudan’, les propuse, y aceptaron”.

De empleado a emprendedor

El hombre que hoy en día se enorgullece de diversas menciones a la excelencia en calidad por sus productos, cuenta que su lanzamiento como empresario se dio luego de que sus empleadores pusieron una sociedad con una persona que les ofreció un local, aunque no duró mucho. “Cuando se rompió esa sociedad, los hermanos precisaban un lugar físico para continuar trabajando. Nuevamente, les hice una propuesta: que ellos alquilen el local y que, con el dinero que aún me adeudaban, quedemos en sociedad. Así abrieron el local en Joaquin V. Gonzalez y Marcos Sastre y comencé a emprender”, recuerda.

Con el tiempo les pagó la parte del negocio y continuó solo. La firma se llamaba Multitroq. Comenzó con una máquina, luego con otra y en un momento el lugar le quedó chico, recuerda Sarmiento quien destaca que a esa altura tenía una nueva meta en mente: fabricar y dejar de hacer trabajos para terceros.

De emprendedor a empresario

Con el objetivo de ser fabricante, Sarmiento continuó con su pequeña empresa de troquelado hasta que un día pasó un señor consultando si fabricaban cajas.  “Yo nunca había fabricado cajas pero le dije que sí. Me animé y allí empecé con ese rubro”, recuerda  y comenta que gracias a ese impulso crecieron y se mudaron a la calle Bahía Blanca. Allí también comenzaron a fabricar cajas para juguetes. Con el tiempo, otra vez quedó chico el local y se mudó a Ciudadela con Cartonera Sarmiento S.A.

Así, pudo comprar terrenos y otras propiedades. “De todas maneras no me conformé con el negocio que había logrado: quería ser mayorista, fabricar Cartulina, papel y cartón”, comenta. Así que estoqueó mercadería hasta que José Alfredo Martínez de Hoz asumió su cargo en la cartera de Economía, en 1976. Con una deflación del 50% tuvo que vender todo para poder quedarse con la mercadería que había comprado a crédito.

Para ese entonces había empezado a fabricar cajas de corrugado y microcorrugado en Caseros. “Me gustó y empecé a fabricar en Ciudadela pero no me dieron la habilitación final”, cuenta. Por eso se mudó definitivamente a San Justo en 1988.

“Las primeras planchas que saqué las secaba al lado de la plancha. Llegué a hacer 10.000 cajas por mes con una máquina que imprimía sólo a un color. Las imprimía y debía pegarlas a mano. Así pude poner luego una maquina de  un metro cuarenta, luego una de uno sesenta, otra de uno ochenta y actualmente trabajamos con una de dos metros veinte. Fue todo un sacrificio pero lo alcancé y de apoco fui dejando el resto de los rubros”, dice recordando el enorme esfuerzo que realizó en pos de cumplir su sueño.

Hoy en día Fangala cuenta con un departamento administrativo, comercial y una planta fabril y planea seguir creciendo. “Tenemos pensado expandirnos con nuevas máquinas y una planta más grande”, adelanta Sarmiento durante un recorrido por la fábrica.

“Han pasado muchas cosas, muchos años y mucha gente. También hemos perdido mucho, pero aquí estamos. Hoy, toda la gente que trabaja en la fábrica ha aprendido aquí: desde el supervisor hasta el último empleado”, comenta orgulloso.

Y antes acompañarnos amablemente a recorrer la fábrica les deja un mensaje a los pequeños empresarios: “Para emprender con éxito y salir adelante se necesita mucha perseverancia y muchas horas de trabajo”. Y si así lo afirma, es porque le habrá funcionado.

One comment
  1. Hugo Pastinante

    14 agosto, 2015 at 15:46

    Muy emocionante la nota realizada al Sr. Fernando Sarmiento, a quien he tenido el gusto de conocer, pero que hoy lo conozco y lo aprecio mucho mas al saber de su historia de vida y de su esfuerzo de emprendedor.
    Felicito a la Dirección y Redacción de la revista de Cafcco por este tipo de notas, hombres como Fernando Sarmiento son los verdaderon forjadores de nuestro país. Lamentablemente no se los valora como se debiera, tal vez por formar parte de la cultura del trabajo que se va perdiendo en forma acelerada en nuestra querida Argentina.
    Saludos.

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